martes, 23 de diciembre de 2008

RIBERA ALTA (Pedro Shimose, boliviano)

En la alta
ribera
un hombre espera
volver a Riberalta.
En su tierra colorada
todo es alborada.
No hace falta
la melancolía
de la tarde
en el barranco.
El cielo arde
y el amor fermenta
su melaza.
Junto a un banco
de la plaza
el tataí cuenta
lo que fuimos
y el bibosi lamenta
lo que no hicimos.

En la alta ribera:
el sol y la palmera.

En la ribera alta
sólo tú prevaleces
en forma de alegría.
A veces,
te llamas Riberalta;
otras, Poesía.

Fax Nada Urgente

Después de tres cafés
me sobran las alquimias.
Curado del estrés,
supero lipotimias.

Mis dolencias, ya ves,
son afecciones nimias.
Males de la vejez:
insomnios y bulimias.

El sístole aburrido
y el diástole cansado
repiten el maullido

De un gato enamorado.
(Largo y hondo quejido
de un macho engatusado).

sábado, 20 de diciembre de 2008

BLANQUEAR NUESTRAS MISERIAS (Bernard Légaz, belga) Traducción de Carlos Vitale.

Tengo un año, dos años, tres años, quizá más y sin embargo no soy un niño. Dos brazos, dos piernas que no me sostienen, que no me levantan. Sólo una sonrisa para desplazar la colina. He muerto demasiado pronto, demasiado, demasiado pronto. Ahora estoy aquí, expiando las culpas de otro. El otro, soy yo. Si puedo hablaros hoy, es sencillamente porque he nacido ayer. Una vez, dos veces, tres veces, o quizá más. Soy un niño, un niño adulto. Lloro las guerras olvidadas. Gano otras nuevas. Es detestable combatir cuando es tanto más sencillo cogeros de la mano. Mis tristezas se vuelven farándulas, cantos y danzas, para masacrar al fin el orden guerrero.



El interior es frágil, carece de sustancia. Se necesitarían materias alucinógenas, como la imaginación. Y palabras sabias.



Sin embargo, el interior es inmenso, contiene todos los viajes. Y los caminos que encontrar.



Quisiera tocar el tambor. Lamento el lamento de los otros. No escribas los gritos, canta el dolor, y sigue tu camino.



Debo mirar largamente al exterior para saber por dónde caminar. Camino todo el día por mí.



Cuanto antes se instale la oscuridad, antes tomaremos conciencia de blanquear nuestras eternas miserias.


Yo soy el árbol, plantado, arraigado sobre mis dos pies. Yo soy el exterminador de vuestros dolores. Yo soy el pasado de vuestro presente. Yo soy vuestro recuerdo. Yo soy vosotros. ¿Cuándo podré convertirme en mí?

viernes, 19 de diciembre de 2008

CIUDAD DE ECOS (Rodrigo Rojas Terán, chileno)

Una ciudad de ecos crece en el temblor recóndito de mi voz
como la cicatriz derrumbada en el congénito tiritar de su raíz.
Del sueño amortajado de mis manos, brota el tall que
sujeta mi cuerpo en una oscuridad de voces,
y se ve la sangre fluir de tierra en tierra,
que se hace solitaria cuando tiene mi voz desnuda,
que sobrevive en el abandonado olvido que se lleva
el luminoso deseo a las entrañas telúricas del mar.
En una cuidad de ecos, florece la ansia
sedienta que remueve mi alma
al escondrijo humano de las hojas,
en estos desalmados sueños que se apoderan de mi voz
como una lanza arrojada en la corteza de la vida y la muerte.
La vida escapa en una presencia de agua,
semejante a una sombra percibida en la luz
donde todo tiene un ala de recuerdo y olvido.
En una ciudad de ecos, la tierra sube por mi voz,
como la madera sabia en el hueso del viento, que nace en forma
de fruto o espejismo, donde se observa la invisible escapada
de un latido fugitivo, al pensativo muro, a la sed emergida
en un espejo roto, en una cuidad de ecos.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

NIEBLA DE LUZ (Claribel Díaz, dominicana)

Somos cómplices extraños

de un recuerdo inescrutable

la impaciencia nos encierra

un hálito de espera

¡ay! esta noche de eterna

este pálido rito del miedo

que nos mira

soledad que asedia

“brecha ciega” por donde asoma

el olvido

fósil o cuerpo sin aliento

somos

huellas de una mirada

que se apaga

sueño en vela

domingo a solas

precipicio incólume de tardes

sin venturas

ya no hay fábulas para decir

a los niños

espacio vacío en que me encuentro

eres

lugar de sombras

verso olvidado en la bruma del sueño

nos une

niebla de luz

ser exaltado en el sueño y la pasión

magia vedada y trastocada que no cesa

mi voz se pierde en ese hechizo

inexplicable

para inventarse en otro mundo ajeno

con otra sombra otra imagen y otro acento.

domingo, 14 de diciembre de 2008

ESTOS DÍAS (Ariel Santibáñez, chileno)

Estos días de pie extrañamente oxidada,
desapareciendo encima de nosotros,
atormentándonos de anteojos,
corbatas, sonrisas y muertes leves,
atormentándonos con avisos de radio
y que "publicidad es progreso,
nos ayuda a vivir mejor" y cuanto más.
Estos días que olvidamos contarlos,
con esa paciencia de vendedora de sellos
en prisionera ventana de correos,
se nos vienen encima, también las calles,
en estos amarillos días, y el aire
nos rodea en remolino y nos damos
cuenta que es demasiado tarde
para ir a misa o convertirse en anarquista.
Estos días, sin calendario odiosos
para ancianos durmiendo en los parques,
visibles para empleados o tramitaciones
o clases de liceo, en desconocida
cuidad llovida de invierno.
Y entonces, un golpe en la cabeza,
en el alma, en la sangre detenida
de los archivos de un ministerio
o en la madera ociosa de los sillones
del Congreso. Y sabemos: es demasiado tarde.

jueves, 11 de diciembre de 2008

CLARIDAD (Alvaro Solís, mexicano)

¿Dónde están las palabras cuando más se necesitan?

Hay palabras para vivir, tan necesarias como el aire
y uno se ahoga sin ellas, las busca
empuñando en la asfixia,
en lo oscuro y en la luz, aquello que todavía y hasta dónde
no ha sido dicho.

Una palabra para que el tiempo no se detenga,
ni nos deje olvidados en algún segundo de la hora.
Uno busca la palabra en los diccionarios,
en los inventarios de las tiendas de antigüedades,
uno busca en el silencio,
en el recuerdo, en la nostalgia de los días que vendrán,
la palabra que de plenitud a la hoja en blanco,
la silenciosa, letra por letra,
llenando lo que es necesario decir y no es posible.

No es el afán de llenar los folios
con palabras inútiles que nada dicen,
o dicen por sí mismas lo que uno ni siquiera ha querido pensar.
Esta palabra, la que busco, incendia lo que toca, aun el agua.