lunes, 30 de noviembre de 2009

CUENTA CONMIGO (Juan Mauricio Muñoz Montejo, peruano)

Si el amor es frustrante,
cuenta conmigo para apedrearlo.

Si tu vida es sórdida,
cuenta conmigo para escupirle.

Si odias a tu prójimo,
cuenta conmigo para asolarlo.

Si aborreces a la Iglesia Católica,
cuenta conmigo para quemarla.

Si el sufrimiento acompañó tu existencia,
cuenta conmigo para alcanzarte.

Si el suicidio ronda tu mente,
cuenta conmigo para viajar al mundo desconocido.

En vocablos habituales,
cuenta conmigo para todo

porque donde seas,
seré yo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

A TRABAJOS FORZADOS ME CONDENA (Antonio Gala, español)

A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

Ni concibe mi mente mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.

Que ningún juez declare mi inocencia,
porque, en este proceso a largo plazo,
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA (Wislawa Szymborska, polaca)

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado
por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo
el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco
de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño
a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas
respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos,
cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.

jueves, 19 de noviembre de 2009

MEMORIA (Dionisio Ridruejo, español)

Y resbaló el amor estremecido
por las mudas orillas de tu ausencia.
La noche se hizo cuerpo de tu esencia
y el campo abierto se plegó vencido.

Un ayer de tus labios en mi oído,
una huella sonora, una cadencia,
hizo flor de latidos tu presencia
en el último borde del olvido.

Viniste sobre un aire de amapolas.
Como suspiros estallando rojos,
bajo el ardor de las estrellas plenas,

los labios avanzaron como olas.
Y sumiso en el sueño de tus ojos
murió el dolor en las floridas venas.

domingo, 15 de noviembre de 2009

POEMA EN FORMA DE MUJER (Camilo José Cela, español)

Ese amor que cada mañana canta
y silba, temeroso, matutino, inútil
(también silba)
bajo las húmedas tejas de los más solitarios corazones
-¡Ave María Purísima!-

y rosas son, o escudos, o pajaritas recién paridas,
te aseguro que escupe, amoroso
(también escupe)
en ese pozo en el que la mirada se sobresalta.
Sabes por donde voy:

tan temeroso
tan tarde ya
(también tan sin objeto).
Y amargas o semiamargas voces que todos oyen
llenos de sentimiento,

no han de ser suficientes para convertirme en ese dichoso,
caracol al que renuncio
(también atentamente).
Un ojo por insignia,
un torpe labio,

y ese pez que navega nuestra sangre.
Los signos de oprobio nacen dulces
(también llenos de luz)
y gentiles.
Eran
-me horroriza decirlo-
muchos los años que volqué en la mar
(también como las venas de tu garganta, teñida de un tímido color).

Eran
-¿por qué me lo preguntas?-

dos las delgadas piernas que devoré.
Quisiera peinar fecundos ríos en la barba
(también acariciarlos)
e inmensas cataratas de lágrimas
sin sosiego,

desearía, lleno de ardor, acunar allí mismo donde nadie se atreve a
levantar la vista.
Un muerto es un concreto
(también se ríe)
pensamiento que hace señas al aire.
La mariposa,

aquella mariposa ruin que se nutría de las más privadas
sensaciones,
vuela y revuela sobre los altos campanarios
(también hollados campanarios)
aún sin saber,
como no sabe nadie,

que ese amor que cada día grita
y gime, temeroso, matutino, inútil
(también gime)
bajo las tibias tejas de los corazones,
es un amor digno de toda lástima.

viernes, 6 de noviembre de 2009

LEO TODAVÍA A LOS POETAS CONTEMPORÁNEOS (Darío Belleza, italiano, 1944-1966)

Leo todavía a los poetas contemporáneos.

Para digerirlos, o no verlos más.

Espero todavía en el baño

o en la cocina descomponer el viejo

cuerpo, cuerpo viejo. Sería hábil

ahora en escribir versos irreprochables,

pero la muerte acucia, nada me interesa

sino su dura lección cerrada

en mi lóbrego cuarto.

No quiero odiar, escribir poemas

de odio visceral. Lo que resta

es árida concurrencia, desleal

pacto con el Mal.

Así huyo de mi mismo, de ti

solapado poeta que te has vuelto

cáncer de inicuas sanciones

morales, entre denuncia impotente

e impotente odio mortal

contra o hacia quien amabas:

el canto, o la herida, o los torvos

consejos, parándome quizás en la avenida

Vittorio en busca de un bolígrafo

para apuntar versos ridículos

infames, hilvanados de ternura.

El amor son cuatro luces (ojos)

que dan vueltas y lo echo todo

a rodar.