viernes, 19 de diciembre de 2008

CIUDAD DE ECOS (Rodrigo Rojas Terán, chileno)

Una ciudad de ecos crece en el temblor recóndito de mi voz
como la cicatriz derrumbada en el congénito tiritar de su raíz.
Del sueño amortajado de mis manos, brota el tall que
sujeta mi cuerpo en una oscuridad de voces,
y se ve la sangre fluir de tierra en tierra,
que se hace solitaria cuando tiene mi voz desnuda,
que sobrevive en el abandonado olvido que se lleva
el luminoso deseo a las entrañas telúricas del mar.
En una cuidad de ecos, florece la ansia
sedienta que remueve mi alma
al escondrijo humano de las hojas,
en estos desalmados sueños que se apoderan de mi voz
como una lanza arrojada en la corteza de la vida y la muerte.
La vida escapa en una presencia de agua,
semejante a una sombra percibida en la luz
donde todo tiene un ala de recuerdo y olvido.
En una ciudad de ecos, la tierra sube por mi voz,
como la madera sabia en el hueso del viento, que nace en forma
de fruto o espejismo, donde se observa la invisible escapada
de un latido fugitivo, al pensativo muro, a la sed emergida
en un espejo roto, en una cuidad de ecos.

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