A la vera de nunca
calendarios ajenos
deslíen los confines
de mis sentidos, hechos
el último cansancio
desnudado del cuerpo.
Briznas de otras sustancias
me germinan adentro
horas que van dejando
de ser en su comienzo.
Y algunas manos, como si acordaran
inexorablemente que no puedo
seguir estando, entornan
mis párpados desiertos
Y ocultan a estos ojos gustativos
La hospitalaria suavidad de un techo.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
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