De tanto jugar con el lenguaje
olvidé cerrar la puerta de la palabra sótano
y la noche se desbarrancó escaleras abajo
entre paredes que se ajaban en silencio
y estertores de relojes
y baúles polvorientos
y un vago tumulto de pensamientos muertos.
Todo se volvió subterráneo
hasta perder sus raíces en medio de la oscuridad.
Y entonces sentí que algo se despeñaba
en la profundidad devoradora de mi boca
hasta convertirse en forma sombría,
en opresión de tierra
y en proximidad de huesos.
martes, 6 de enero de 2009
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