Temo a la espina que surce tu lengua
y a ese hilo de azufre que te escurre
y amamanta el dócil canal
tus hendiduras
Así como a la muerte temo a tu arcilla
a la moldura que la sostiene
temo al diente que se te clava en la sombra
Temo a la boca que se traga tu lengua deliciosa
y como a hostia envenenada la devuelve a tu boca
Temo, pero aún así permanezco
triste en la desmesura
sola en mi amor por los espejos.
viernes, 8 de abril de 2011
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